La historia de Nauru, la isla que una vez fue sinónimo de riqueza, es hoy una advertencia sobre la maldición del fosfato. Su auge económico, basado en la explotación de un solo recurso, la llevó a una riqueza desmedida… y luego a una caída sin precedentes.
De isla millonaria a tierra devastada
Nauru, una pequeña isla en el Pacífico de apenas 21 km², vivió su apogeo económico a inicios de los años 80 gracias a sus vastas reservas de fosfato de calcio. Con un PIB per cápita más alto que el de cualquier país del Golfo, sus ciudadanos disfrutaban de autos lujosos, aviones privados y una vida sin impuestos, ni necesidad de trabajar.
El fosfato, utilizado como fertilizante, fue inicialmente explotado por potencias coloniales como Alemania y Australia. Para cuando Nauru logró su independencia en 1968, gran parte de su superficie ya había sido devastada sin un plan de recuperación o diversificación económica.
Riqueza mal administrada: lujo sin futuro
En lugar de invertir en infraestructura, educación o industrias alternativas, los gobernantes de Nauru optaron por el gasto desenfrenado. El Estado repartía generosas sumas de dinero entre la población mientras se acumulaban autos importados y propiedades en el extranjero.
En 1981, el país ingresaba más de 50 millones de dólares anuales por el fosfato. Pero ese espejismo económico ocultaba una verdad preocupante: no se estaba invirtiendo en el futuro.
La caída: corrupción, paraísos fiscales y crisis humanitaria
Cuando los yacimientos comenzaron a agotarse y los precios del fosfato cayeron, la maldición del fosfato se hizo evidente. Nauru entró en bancarrota, siendo incluso rechazado por fondos de rescate internacionales debido a su pésima reputación financiera.
Buscando alternativas desesperadas, el gobierno vendió licencias bancarias sin control, pasaportes y convirtió la isla en un paraíso fiscal (más detalles aquí). Bajo presión internacional, esta práctica fue restringida en 2005.
Otra fuente de ingresos llegó a través de acuerdos con Australia, al aceptar abrir centros de detención para solicitantes de asilo. Si bien esto proporcionó alivio financiero, también generó tensiones sociales, inseguridad y denuncias de abusos dentro de la isla.

¿Hay esperanza para Nauru?
Hoy, con un suelo prácticamente infértil y sin grandes fuentes de ingresos, Nauru lucha por reconstruir una economía estable. Algunos intentos actuales incluyen:
- Venta de licencias de pesca en aguas internacionales.
- Ingreso de turistas a través de permisos para juegos de azar.
- Ayuda financiera continuada desde Australia.
La isla, que alguna vez nadó en la riqueza, ahora es uno de los países más pobres del mundo, con una población que pasó del derroche total a depender casi por completo del apoyo externo.

¿Hay esperanza para Nauru?
Hoy, con un suelo prácticamente infértil y sin grandes fuentes de ingresos, Nauru lucha por reconstruir una economía estable. Algunos intentos actuales incluyen:
- Venta de licencias de pesca en aguas internacionales.
- Ingreso de turistas a través de permisos para juegos de azar.
- Ayuda financiera continuada desde Australia.
La isla, que alguna vez nadó en la riqueza, ahora es uno de los países más pobres del mundo, con una población que pasó del derroche total a depender casi por completo del apoyo externo.